Análisis previo:
Dicen que en esta vida hay que probar de todo. Intento llevar a rajatabla ese dicho, lo cual me ha llevado a numerosas "probadas" realmente decepcionantes.
Hoy estamos ante la versión blanca de la cerveza marrón que ya tomamos hace tiempo y cuya calificación fue un "sin más": St Sebastiaan Dark. La verdad es que la cerveza no daba para mucho, pero viendo que había otra variedad la cogimos pensando que quizás, sólo quizás, hubiera una hermana buena y una hermana mala.
A medida que me voy tomando la blanca empiezo a dudar cuál de las dos es realmente la buena...
Lo primero que nos gusta de esta botella es que, además de ser de 500ml (lo cual puede ser muy bueno o nefasto), es de un material ¿cerámico? muy chulo. También nos llama la atención que el tapón sea doble: una chapa típica y clásica y un cierre de los de las botellas de plástico de viaje y las gaseosas de hace años.
La etiqueta la verdad es que no destaca por mucho. Es un señor eclesiástico (¿quizás San Sebastián? no, no lo es, así que punto negativo) sirviéndose una cerveza. Una simulación de castillo, un poco de tal, un poco de cual y... bueno, nada nuevo bajo el sol para aparentar ser cerveza "medieval" y darle ese toque de "eh, que somos buenos".
Leyendo las etiquetas, podemos ver que es una cerveza belga hecha según la ley de la pureza alemana de 1516. Esto es: malta de cebada, agua y lúpulo. Lo único que nos... bueno, no sé ni cómo calificarlo, es un "EXELENTE" que tienen puesto en la traducción castellana. Por favor, hay que intentar cuidar estos detalles...