viernes, 19 de agosto de 2011

Pollo torturado sobre salsa turbia


Que nadie se asuste por este nombre: ningún pollo (vivo) sufrió daños durante la elaboración de esta receta.

La idea fundamental me vino de un libro de comida tailandesa, en el que hacían algo parecido con pasta de curry rojo. Luego la elaboración, presentación y demás es completamente diferente, pero quería probar un tipo de marinado más "interior" que simplemente echar la carne en una salsa y listo. Así pues, con una pequeña manipulación de la carne, podemos obtener un marinado mucho más "global" sin destruir la integridad de la pieza. Pollo torturado sobre salsa turbia



El material usado:


- Pinchos de brocheta (en mi caso, metálicos)
- Sartén



Los ingredientes:


- Una pechuga de pollo entera
- Mostaza
- Salsa de soja
- Nuez moscada
- Ras el hanout
- Tabasco
- Mix de especias Thai (que en el fondo no es más que una amalgama de sal marina, pimienta negra, ajo, guindilla, jengibre, cilantro, albahaca y aceite de lima)
- Sal ahumada
- Miel de brezo



El proceso:


La receta original partía de la base de tener curry rojo. Yo sólo tengo ras el hanout o curry amarillo normal, así que mal empezamos para copiar. En cualquier caso, ya sabeis que en La cocina del mapache feliz no nos gusta copiar, si acaso inspirarnos... y eso es lo que hemos hecho.

La idea es hacer un marinado que luego no vamos a retirar a la hora de cocinar.

Así pues, lo que vamos a hacer primero es hacer rebanadas con la pechuga pero sin llegar a cortarla entera. Es decir, cortes cada dos centímetros, pero sin llegar hasta abajo, conservando la pechuga entera aunque con cortes :)

Aquí es donde empieza el sufrimiento del pollo. No nos basta con los cortes, vamos a untarlos de una salsa muy fuerte para que vaya entrándole el sabor.

Esta salsa será un engrudo de mostaza, soja, nuez moscada, ras el hanout (o curry, como prefirais), tabasco, sal ahumada y el mix thai. La proporción la dejo a vuestro gusto, cada cual es un mundo y lo que a mí me gusta hiperpicante (tabasco al poder), a otro puede gustarle más dulzón (nuez moscada).

Una vez removido y hecha la pasta más o menos consistente, con un cuchillo iremos rellenando los cortes que hicimos antes. Como sobrará pasta, la echamos por encima de la pechuga, en la superficie. De esta manera tendremos un marinado como si fueran filetes, pero sin serlo :)

Como el sufrimiento del pobre pollo no ha sido suficiente, vamos a dar un último paso en su tortura. Los pinchos de brocheta nos servirán para atravesarlo longitudinalmente para conseguir que los filetes no se abran en la fritura y que sea más fácil manejarla. Así pues, nos debería de quedar una especie de doble pincho de pechuga y no deberían notarse demasiado los cortes que hicimos al principio.

Y ahora ya sí, mientras el pollo grita agradeciéndonos lo rico que lo vamos a dejar, lo echamos a la sartén bien caliente y lo vamos dando vueltas para que se tueste por todos los lados igual. Cuando esté bien tostadito, echaremos agua en la sartén para que el adobo exterior se acabe de soltar y vaya haciendo salsa mientras el pollo acaba de hacerse por dentro.

Cuando consideremos que el pollo ya está hecho, lo sacaremos y dejaremos la salsa en la sartén. A esta salsa le daremos el toque definitivo con un poco de miel de brezo.



La finalización:


Este plato he preferido dejarlo austero. La salsa colada (por mucho que la cueles, parece ser que queda turbia igualmente) haciendo de fondo y luego el pincho de pollo encima.

El aspecto de requemado no sé si es muy atractivo o no, pero el caso es que el sabor es espectacular. Ligeramente correoso por fuera, tiernísimo por dentro y con un sabor genial en todos y cada uno de los filetes que luego vayais cortando a la hora de servir.

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