Hace tiempo, mientras veía vídeos inspiradores para recetas, vi uno de una marca de productos para texturas en el que hacían caviar. Para variar, decidí que haría mi propia versión sin conocimientos, sin material y sin los ingredientes precisos. ¿Y qué ha salido? Pues un caviar con sus bolitas redondeadas no, pero unos gusanitos divertidos para que lo coman los niños y guarreen con ello un rato, también. Obviamente, sin ron :P
Con esta receta he querido hacer un homenaje a unas naranjas que han marcado un antes y un después en mi vida: Naranjas Narsafor. Ayer volví a una gran superficie a comprar naranjas. Todas o casi todas podridas, picadas, pequeñas y con muy mal aspecto. Lo que os dije al principio de la Dulce amarga metamorfosis (si no has visto ese vídeo, estás tardando mucho en ir al final de esa entrada y deleitarte): son más baratas sí, pero sacrificando (demasiado) la calidad.
Por esa razón, esta receta va dedicado a esas dos últimas naranjas que quedaban en mi encimera.
El material usado:
- Una jeringuilla de las grandes grandes
- Un recipiente
- Batidora y su vaso
- Cazuela
- Congelador
- Colador
Los ingredientes:
- Gelatina neutra
- Naranjas de Naranjas Narsafor
- Ron dulce tipo Legendario o similar
- Aceite
El proceso:
Lo primero que haremos será enfriar el aceite. Una manera es en el congelador y otra en el frigorífico. La cosa es que esté denso y muy frío para facilitar la esferificación. A ser posible, lo pondremos en un cuenco ancho y de altura media.
Una vez que nos hemos ocupado del aceite, procederemos a hacer la gelatina. En mi caso he usado 3/5 de zumo de naranja y 2/5 de ron aproximadamente, para hacer más o menos la mitad de líquido de lo que pide la gelatina.
Mezclaremos las cantidades estipuladas, batiremos bien y llevaremos a ebullición (el tiempo que lo tengamos será totalmente dependiente del alcohol que queramos dejar en el resultado final: cuanto más alcohol queramos, menos tiempo de ebullición dejaremos). Verteremos el líquido en un recipiente, lo pondremos a reposar y lo meteremos al frigorífico cuando esté templado o frío. Tendremos que irlo vigilando para que no se gelatinice del todo, aunque si esto ocurriera, la solución es tan simple como calentarlo ligeramente para que se licúe de nuevo.
Cuando tengamos la gelatina a medio camino entre la gelatina dura y la gelatina líquida, más o menos como una salsa densa, empieza la parte divertida. Cogeremos la jeringa y la llenaremos con la semigelatina. Ahora es el preciso instante en el que podrás hacer pruebas para ver cómo funciona la jeringa y para comprobar la precisión que te proporciona.
Si ya has realizado satisfactoriamente las pruebas, sólo te queda ir echando poco a poco la gelatina en el aceite. No te preocupes si parece que no se va a hundir: lo hará tarde o temprano. Lo que va a marcar la diferencia a la hora de hacer caviar redondo o alargado es únicamente lo mucho que hayas dejado enfriar la gelatina. En mi caso, la dejé un pelín más de lo que hubiera necesitado para hacer la redonda y al echarla en el aceite no fue capaz de llegar a la forma de equilibrio energético (esfera) porque ya estaba demasiado "rígida". El momento preciso para echarlo es cuando ya está espesa, pero no se resquebraja ni se hace grumos al batirla.
Y básicamente eso es todo: ir echando poco a poco (o mucho a mucho, improvisad y cread) y en sitios diferentes para que no se apelotonen demasiado. Al acabar de vaciar la jeringa, meted la mezcla otra vez al frigorífico o congelador y dejadlo reposar un buen rato para que la gelatina se acabe de asentar.
Para limpiar la gelatina y poderla presentar, nada más fácil que colarlo todo y limpiar las pequeñas gelatinas en agua muy fría, para evitar que se deshagan. Sobre si el aceite se puede reutilizar o no... sinceramente no lo sé, pero si alguien lo sabe o lo prueba, que nos informe :)
La finalización:
Esta receta por sí misma no tiene mucho más interés que el hacer que a los niños les sea más fácil comer fruta (obviamente habría que prescindir del ron). Donde sí que tiene más interés es en el tema de los acompañamientos.
Imaginemos que hacemos este mismo caviar, pero de varias frutas. Podríamos acompañar una ensalada, un pescado o montar una simple macedonia divertida y diferente. Y es más, imaginad lo que se podría hacer con un poquito de colorante: perlitas verdes con sabor a naranja y perlitas azules ocn sabor a piña (tan absurdo como los sugus, sí).
Probad, experimentad, jugad y sed felices. Al final, lo bueno que tiene la cocina es precisamente eso: alimenta cuerpo, mente e imaginación.
Jejejeje...que original. A mi le caviar (bueno el sucedáneo que mi economía no está para el autentico) no me gusta mucho a si que tu versión sería una buena opción. Besotes
ResponderEliminarUna opción económica y divertida :)
ResponderEliminarY las cantidades??
ResponderEliminarHola David
ResponderEliminarLas cantidades dependen de cuánto quieras hacer y cuánto acepte la gelatina.
El primer punto depende únicamente de ti (eso sí, ten en cuenta que cuanto más líquido eches, más tiempo estarás haciendo gusanitos y puede llegar a ser bastante tedioso).
El segundo punto lo define la propia gelatina y suele venir escrito en el paquete. Lo que sí que te puedo decir es que eché la mitad de la cantidad líquida de lo que especificaba mi gelatina. Si un sobre era para un litro (es un decir), eché medio litro y un sobre.
Un saludo :)