martes, 14 de febrero de 2012

Cervezas: Grand Cru


Análisis previo:


Hoy nos encontramos ante una cerveza algo diferente a las que solemos probar. Una cerveza rojiza, de tipo vino y madurada en barril.

Nos la recomendaron en La maison belge hace tiempo y todavía la teníamos ahí esperando. Fuimos y pedimos "cervezas diferentes" y esta es una de las que nos ofrecieron. ¿Acertaron con la Grand Cru de Rodenbach?

Lo primero que vemos al coger la botella es un diseño y colorido que nos recuerda, inevitablemente, a una cerveza lambic, kriek o similar. Esto es, una cerveza afrutada, de sabor cereza o muy similar y en general, ácida. Digamos que soy bastante reacio a este tipo de cervezas porque en general me parecen más para emborrachar un postre que para otra cosa.

La etiqueta delantera es, a parte de roja y negra, bastante sobria y poco atractiva. Es en la de atrás donde encontramos algo realmente interesante aunque sea en pequeñas dosis. Además de la consabida receta, nos cuenta un poquito de la historia de la cerveza. Básicamente, que es una cerveza rojiza envejecida entre dos y tres años en un barril de roble, de tipo amargo-dulce y que su fermentación es de tipo mixto.



La cata:


Ansiosos por ver ese rojizo y ese toque a vino del que presume, abrimos la botella y olemos. Vino no sé, pero claramente asidrada sí que es. Un olor ácido sale por la botella y nos invita a volcarla cuanto antes en la jarra.

Un poco decepcionados, vemos que efectivamente tiene cierto toque rojizo, pero no tanto como esperábamos. Un color bonito sí, en cualquier caso. La espuma, blanca y semidensa, se va rápido y una vez más casi no nos da tiempo ni a retratarla.

Sigue despidiendo un olor asidrado bastante fuerte (e incluso algo cafetero), así que nos aventuramos a probarla y... efectivamente, sabe a sidra. Nuevamente vuelve la idea de la cerveza tipo kriek: ácida, asidrada, rojiza, picante, con burbuja finita... pero sin llegar a ser tan desagradable (para mi) como las susodichas kriek.

A contraluz, podemos seguir observando el tono rojizo transparente (sin posos ni turbiedad) de la cerveza y que tiene poca burbuja caótica, sin agujas definidas.

En boca, notamos un claro sabor alcohólico, poco maltoso y consecuentemente poco dulce. Debido a la acidez y amargor de la cerveza, notaremos probablemente una cierta sequedad al darle vueltas e irla consumiendo.

Esta cerveza belga, de 33cl y 6º de alcohol no se hace nada difícil de consumir. Desde luego no es una cerveza normal, ni apta para cualquier paladar. ¿Rica? A pesar de lo que parecía pronosticar esta cerveza he de decir que sí, aunque con matices: no me la tomaría cualquier día, pero sí en alguna ocasión especial.

Por cierto, que por lo que he leido, es posible que esta cerveza haya cambiado de nombre a Rodenbach Vintage Beer, aunque en la página oficial de Palm (que compró la fábrica original), la sigue llamando Grand Cru.

Si quereis descubrir más cosas sobre la fábrica y la cerveza en cuestión, podeis pasaros por la página de la cerveza Grand Cru.

1 comentario:

  1. Si no me equivoco, la Vintage, que me encanta es la que embotellan en 75 cl y suele estar añejada en barrica bastante tiempo... Te la recomiendo!

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