sábado, 3 de marzo de 2012

Cervezas: Brabante gran triple


Análisis previo:


El otro día alguien me preguntó que dónde podía conseguir Brabante. Lo cierto es que, a parte de poderlo conseguir a través de la web de Brabante (gastos de envío gratis si eres de Madrid), cada día están presentes en más y más locales. De hecho, en alguno de esos locales da la sensación de que lo único que ponen es esta marca. Y, por increíble que parezca, en cervecerías "especializadas" se han hecho un hueco también. Mucha gente podrá decir que es cuestión de "billetazo y soborno" al local. En mi opinión, estamos ante un producto que en general es suficientemente bueno y especial (es una mezcla entre gourmet y "de la calle") como para no necesitar recurrir a ese tipo de actos mafiosos que sí que utilizan otras marcas a las cuales tengo bastante poco aprecio (y que todos a esta altura de la película deberíais saber o imaginaros cuáles son).

Hoy, probamos una de las del frigorífico (nosotros lo tenemos más fácil y no es necesario irnos a buscarlas o encargarlas, qué le vamos a hacer :P) y continuamos con la tercera de las cinco cervezas que componen la familia Brabante. Concretamente nos encontramos ante la digna portadora de la etiqueta rosácea-violeta-pastel: una cerveza de triple fermentación (de ahí el nombre de "gran triple", supongo) bastante interesante y altamente recomendable para un tipo muy concreto de gente. ¿Nos acompañas?



La cata:


Como siempre, lo primero que hacemos es olfatear un poco la botella recién abierta. Un olor ligeramente alcohólico, a cítrico, a hierba nos saluda desde dentro de la botella. Esto es una buena señal y nos empieza a recordar otras cervezas anteriormente probadas.

La echamos en nuestra clásica jarra (esto va a cambiar, que ya nos hemos comprado unas bonitas copas) y observamos una espuma blanca aceptablemente densa que desaparece y se "desdensifica" más o menos rápido.

Mientras miramos a contraluz, notamos cierta turbiedad y un bonito color de tendencia ambarina a pesar de ser una cerveza rubia. Cerveza rubia por color, porque el sabor no tiene nada que ver con una rubia. De hecho creo que estamos ante una nueva rubia con compleja de tostada, una de esas que tanto nos gustan. Y de paso aprovechamos y miramos el tema del burbujeo, eso que nos quedamos siempre embobados, para ver que aunque es burbujeante no tiene demasiado orden ni agujas definidas.

Una vez volteada, observada y escrutada hasta el infinito, damos el paso definitivo: probamos un sorbo. Y aquí es donde empiezan a mezclarse sensaciones un poco extrañas. Sabor a café, a hierba, a cítrico y a alcohol. Todo esto, con una sensación de cierta sequedad y con un amargor bastante interesante. Eso sí, casi no hay rastro de la maltosidad típica de las tostadas y negras. Esto, en conjunto, hace una cerveza un poco indefinible, dado que tiene un poco de cada rama cervecera.

¿Y qué tal al enjuagarse con ella? Bueno, quizás sea un término un poco extraño, pero al final es lo que hacemos para catar: revolver la cerveza por toda la boca... con la diferencia de que luego nos la tragamos. Volviendo al tema, tenemos una cerveza que nos genera poca espuma, que no pica, que no tiene demasiado burbujeo y que por tanto, es poco refrescante. Y no esperes algo acuoso o algo masticable, encontrarás algo intermedio, muy muy muy intermedio.

Ya metidos en otras harinas, podemos decir que esta cerveza de 33cl tiene una potente graduación alcohólica de 8'7º que no la hace apta para cualquier momento del día y desde luego no la hace factible para tomar rápido. Si vas a probarla, tómatela con tiempo, con tranquilidad y con todos los sentidos bien abiertos.

Para rematar, se me ocurre una recomendación y un resumen: para quienes quieran probar IPAs y no se atrevan, quizás este sea un buen comienzo: ligero cítrico, ligero herbal, alto amargor. ¿Recomendable? Sin duda, pero no para cualquier día :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario