Análisis previo:
El otro día la gente de Brabante nos envió un paquete que contenía toda su gama de cervezas. Esta cerveza, de origen español pero de elaboración en Flandes, nos ofrece cinco tipos diferentes de cervezas. Poco a poco las iremos catando y comentando, pero como teníamos que empezar por algún sitio, elegimos la Oscura. Y como nos apetecía hacer algo diferente, hicimos algo que nos encanta: catas a medias. Nuestros dos mapaches aprendices se colocaron el babero y analizaron de principio a fin la Brabante Oscura.
Si hay algo bueno que nos dan las catas a medias es el poder contrastar opiniones. Las catas que ponemos en este blog las realiza el mapache aprendiz, anota sus impresiones y luego las contrasta y completa con información de otras catas que existen por internet. Normalmente suelen ser bastante parecidas en cuanto a sensaciones, así que lo único que hacemos es completar con algún que otro dato que se haya podido escapar. Ayer no fue así: una cerveza, dos personas y dos opiniones bastante parecidas.
Por cierto, y antes de empezar, si alguien cree que por haber recibido este paquete gratuito vamos a contar mentiras, se equivoca mucho. Todo lo dicho corresponde a la mezcla de dos opiniones totalmente ajenas al hecho de la gratuidad. Nuestra integridad sigue intacta y no recomendaríamos jamás algo que no creyéramos de calidad suficiente, sea gratis o no.
Como siempre, lo primero en lo que nos fijamos es en su aspecto exterior: toda la gama lleva el mismo diseño de etiqueta, cambiando únicamente los colores. Un diseño sobrio, sencillo, elegante, con un bonito gallo rojo y una letra B mayúscula que son sus dos símbolos identificativos. Por lo demás, se echa en falta un poco más de información de la cerveza contenida. Echamos en falta los IBUs (amargor), el SRM (una especie de indicador de tonalidad) o una breve historia de la empresa / cerveza / algo que no tenga nada que ver pero que enriquezca. En cualquier caso, como tampoco suele ser algo común, lo pasaremos por alto.
Lo que sí que viene indicado en esta botella de 33cl es la concentración alcohólica que tiene: 6'5%. No es ni mucho ni poco, algo intermedio, pero indica que será algo más fuertecita que una caña normal. También nos indica algo bastante importante: tostada de doble fermentación. Aquí no se puede añadir mucho comentario, así que ahí queda el dato, sin más :)
Como apuntes complementarios, echamos un vistazo a la página web de Brabante. La lástima es que sea una web en flash, porque no os podemos dejar los enlaces directos a las secciones, pero dado que el diseño es bastante sobrio y con pocas secciones, seguro que encontrais todo bastante fácil.
Lo primero que nos sorprendió fue ver que están más extendidos de lo que esperábamos: sólo en Andalucía, Asturias y Madrid, pero en bastantes locales (se agradece enormemente que haya una sección únicamente dedicada al listado de estos sitios). Lo segundo que nos sorprendió es el hecho de que publican una gacetilla que, todo sea dicho, tiene buena pinta. Para gente elegante y de alto nivel, sí, pero por echarle un ojo y ponerse los dientes largos...tampoco pasa nada.
Finalmente, vimos que tenían una tienda virtual de Brabante en la que se ofrecen diversos packs. Esto la verdad que está muy bien (sobre todo el precio en estos tiempos de crisis) y además añaden el envío gratis dentro de Madrid.
Por si a alguno le interesa seguirles y demás, disponeis de sus perfiles en Twitter y en Facebook:
- Brabante en Facebook
- Brabante en Twitter
La cata:
Como ya llevábamos un buen rato dando vueltas a la botella, procedimos a abrirla. Asomamos las naricillas a ver qué se nos ofrecía y se nos regaló un estupendo olor maltoso bastante intenso, típico de las cervezas tostadas muy tostadas casi negras. Sorprendente, dado que hasta ahora habíamos leido alguna que otra crítica diciendo que esta cerveza no era precisamente buena. Ya no podíamos resistirnos más, así que echamos la cerveza en la jarra (un pequeño fallo no haber recibido la copa oficial para poder hacer unas buenas fotos...) y comenzamos lo que es la cata de verdad.
Mientras se va echando la cerveza, se puede observar un bonito color marrón oscuro, tostado, rojizo, bonito y atrayente. Se genera una buena espuma, no muy densa, tampoco muy "loqueseaqueeslocontrariodedenso" sino algo intermedio. Espuma blanca con ligero toque de color cafetoso, unos dos dedos de altura que desaparecen bastante rápido quedándose en una bonita capa superficial. Aunque luego lo pudimos contrastar a contraluz, es una cerveza cristalina, completamente transparente, muy limpia.
¿Y el olor? Básicamente el mismo que se extraía ya de la botella: malta y dulce con nuevos matices interesantes que descubriríamos nada más probar la cerveza. De hecho, la mapache aprendiz fue la que abrió fuego y lo primero que dijo fue "¡¡ regaliz !!". El mapache aprendiz probó y sólo pudo corroborarlo: un excelente regusto a regaliz que de momento sólo habíamos visto en cervezas negras o muy muy muy tostadas. Y no sólo regaliz, sino café e incluso algo de chocolate, para rematar unos matices que la colocan en ese amplio margen que separa las cervezas negras de las tostadas. Como no podía quedarse en "sólo" esto, aún quedaba una última sorpresa: cierto saborcillo a especias, quizás algo picantillas, aunque como la receta no lo especifica, no podemos contrastar este detalle :)
Algo que destaca en esta cerveza es que, a parte de ser agradable, el sabor persiste una vez tragado. Un sabor intenso, sobre todo en la zona de la campanilla, con ese regusto a regaliz que hablábamos antes. Un lujo, en definitiva. A esto, además, hay que añadirle que no es prácticamente nada amarga, con lo cual es más que apta para cualquier paladar.
Pasando a otros asuntos, la sensación en boca es muy agradable. No tiene casi burbuja (ni en boca ni en jarra, aunque en jarra lo que tiene está perfectamente definido en unas bonitas agujas), lo que hace realmente fácil poderla remover por toda la boca para extraer hasta el último sabor y sensación. Al no tener mucha burbuja, la sensación de picor y frescor no aparece, pero tampoco hace falta. ¿Y de textura y densidad qué tal? Algo intermedio. No es agua, pero tampoco es densa. Algo intermedio, quizás más cerca de lo denso que de lo acuoso.
Y rematamos con dos clásicos:
- La sensación maltosa y de pegajosidad va aumentando a medida que la cerveza va cogiendo más y más temperatura, pero sin llegar a ser como si te hubieras rebozado con un caramelo.
- La sensación alcohólica no existe. Ni huele ni sabe a alcohol, lo cual es algo que se agradece bastante.
Obviamente esta no nos parece una cerveza destinada a sustituir a una caña y dudamos que sea la intención de Brabante al hacerla. Es una cerveza elegante, que podríamos calificar como "para aquellos que quieren adentrarse en el mundo real de las cervezas sin alejarse demasiado de lo conocido". Es, por tanto, una cerveza de transición: los expertos y gourmets pueden tomarla y la gente de a pie puede descubrir muchas cosas en ella, sirviendo de introducción a un mundo muy amplio.
Y sí, puede tener 6'5º de alcohol, pero la verdad que se hace bastante fácil de beber. Acabamos la cena (un revuelto semidulce de atún con ligero toque de mostaza) y el cuerpo pedía más. Cuidado, siempre con moderación ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario