martes, 4 de octubre de 2011

Traquair Jacobite Ale


Análisis previo:


Volvemos a Valladolid, concretamente a Licorería Domingo, con la última de sus recomendaciones. Esta vez tenemos un nuevo híbrido difícil de clasificar, sobre todo a oscuras, dentro de la madriguera y con los últimos rayos de sol iluminándola.

Esta vez tenemos en nuestras manos una cerveza multicolor, intensa y escocesa.

Para intentar variar un poco, hoy vamos a empezar por...la etiqueta :)

Es una etiqueta negra con dibujo blanco. Un dibujo que sé de qué estilo es, pero no sabría especificarlo. Representa a una señora que me recuerda a una fallera (que internet me perdone por esto) acompañada de una decoración herbo-floral bastante rara...o algo así.

En cualquier caso, lo realmente importante viene por detrás: un poco de historia y leyenda y la composición de la cerveza: agua de manantial, malta, lúpulo, levadura y especias. Y es que esta parece ser la característica de esta cerveza con ciertos problemas de personalidad: las especias.

¿Por qué problemas de personalidad? Porque igual que alguna otra que ya hemos catado, no está muy claro si esta cerveza es negra o tostada. Podría ser una tostada hiper oscura con tonos (muy) rojizos y demasiado sabor a malta, caramelo y una buena mezcla de chocolate-café. O podría ser una negra con poca autoestima y que ha rebajado su coloración.

El caso es que no nos vamos a detener en deliberaciones absurdas sobre si es negra, blanca, azul o amarilla. Lo que realmente nos interesa es si es recomendable o no, más allá de colorines :)



La cata:


Cuando la hemos abierto, nuestra primera impresión ha sido de cerveza negra. Olor profundo ligeramente afrutadillo y muy maltoso. Según hemos ido echando en la jarra, hemos podido apreciar cierto espesor y una bonita espumilla (poca, lamentablemente) de color café.

Al mirarla a contraluz, observamos una cerveza totalmente limpia, muy muy oscura y rojiza a más no poder dentro de esa oscuridad. Interesante matiz.

Al mirarla a la luz, podemos ver que casi no tiene burbujas. Ni burbujas, ni espuma. Sinceramente, no sé si he hecho algo mal, pero es una sensación rara. En cualquier caso, al tomar un trago, las burbujas hacen acto de presencia en su justa medida. Están ahí y le dan cuerpecillo a la cerveza...pero sin picar y sin llenar la boca innecesariamente.

Y así, sin quererlo, hemos pasado de mirar a saborear y a la tercera y última sección de nuestras catas.

El sabor es fundamentalmente dulce. Dulce malta, dulce chocolate, dulce café y quizás hasta regaliz. A pesar de tener 8 grados de alcohol, esta cerveza de 33cl no se hace demasiado fuerte. No es una cerveza para beberse tres seguidas, pero desde luego no es de las que te tumban.

La textura es gruesa: es como tomarse una salsita ligeramente ligada, ligeramente espesa. No es masticable ni podrías sobrevivir con ella, pero desde luego no es de esas cervezas que te dan la sensación de estar bebiendo agua.

El concepto de amargor casi no se deja notar, sólo en el post paladar justo cuando la cerveza ya ha cogido la autopista para ir a ser digerida. Lo que sí que aparece y en cantidades ingentes es el concepto de "pegajosidad" característico de las cervezas muy malteadas. Si ahora mismo dejara mis labios cerrados un rato, probablemente no podría volver a abrirlos jamás :)

Dicho esto, dejamos que esta cerveza rojiza coja temperatura y nos deleite con todo su abanico de sabores, esperando que nos enseñe sus especias y sus sabores afrutados. No sería capaz de decir qué especias o frutas lleva, pero el caso es que al repartirlo por toda la lengua, mis papilas ácidas se vuelven básicamente locas.

Y así, sin quererlo, me doy cuenta de que esta cerveza ha desaparecido de mi jarra. Esto me lleva al agradable pensamiento de que merece la pena dejarse seducir por ella.

Lamentablemente se me ha acabado y me da la sensación de que no he disfrutado lo suficiente de ella. ¿Por qué no tengo una versión de 50cl? No lo sé, pero desde luego es una verdadera lástima. Quiero más, quiero exprimirle hasta el último matiz que la compone y no tengo más que un par de gotas en la jarra.

Y es que esta es una cerveza que te acompaña para relajarte, para disfrutar, para sentirte en comunión con el universo. No es dura, no es suave, tiene cuerpo pero no aburre. Es una cerveza llamada a convertirse en una de esas que elegiría un día que me encontrara delante de una vasta colección y me apeteciera apostar por algo seguro en lugar de experimentar.

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