viernes, 28 de octubre de 2011

Yria Golden Ale


Análisis previo:


Hoy nos vamos de viaje a Ocaña, Toledo, para degustar otra vez una cerveza artesanal que creo que es lo suficientemente buena como para entrar en esta sección con honores: Yria Golden Ale (o Prima).

Mi primer contacto con esta cerveza fue en una cata que organizaron sus creadores en Cervezorama. Allí se presentó una pareja muy simpática y nos hicieron una breve introducción a su vida, su sueño, su método de fabricar cerveza. Fue una cata breve (en el sentido de "dame más de esto, por favor"), pero la verdad que me gustó. Es una de esas cervezas polivalentes que, sin ser la mejor cerveza del mundo, sabes que llegará muy lejos porque es diferente a las demás y de alta calidad.

En el mundo de los maridajes, a veces te encuentras cervezas que no está muy claro con qué juntarlas, o con otras que es demasiado obvio lo que las iría bien. Incluso con algunas que lo que mejor les va es el sumidero y el olvido. En cualquier caso, sólo hay unas pocas opciones entre las que elegir. No así con esta cerveza que si no recuerdo mal es más o menos predecesora de la mermelada de cerveza Yria (podeis ver como ejemplos de uso la tosta de huevas de erizo de mar y el arroz y no arroz con langostinos), la verdad es que marida con muchas cosas y creo que demasiado bien. Yo la pondría con cosas cítricas, agridulces, dulces, pescados, carnes suaves...no sé, demasiadas cosas :)

Comenzaremos como siempre por el tema de la botella, que para esta cerveza consiste en 33 cl de botella marrón oscuro, con una etiqueta plástica que con la condensación no se echa a perder. En esta etiqueta, a parte de un logo muy sobrio, se nos muestra una cantidad bastante interesante de información:
- Su graduación alcohólica (5 grados)
- Sus IBUs o graduación de amargor (31, lo que la hace intermedia tendiendo a ligeramente alto)
- Su SRM o índice de color, que en este caso es 6, lo que indica que debería ser tendiendo más a rubia que a oscura, con matices dorados y ligeramente marronáceos.
- La receta de la cerveza
- Un pequeño texto en el que se nos indica que es artesanal, de alta fermentación y que no se filtra ni pasteuriza
- Finalmente, un texto que dice así: "Yria nace en un lugar de Castilla llamado la Mesa de Ocaña. Honesta, sencilla pero sin complejos como la gente de esta tierra, crece aferrada a la tradición, mientras mira siempre hacia el futuro. Una cerveza castellana de alta calidad elaborada artesanalmente y con cariño, sin filtrar ni pasteurizar para no dañar el producto. Dorada de alta fermentación se presenta con aromas cítricos y un refrescante punto de amargor que hará que no se pueda tomar sólo una. Una cerveza de la que sentirse orgullosos".

Por si a alguien le interesa curiosear un poco más sobre esta cerveza y sus creadores, os podeis pasar por la web de Yria cuyo nombre, todo sea dicho, es una derivación del nombre de la hija de esta pareja de cerveceros.



La cata:


Con todos estos datos en mente, abrimos y servimos, no sin antes olfatear un poco a ver qué sale de la botella. Efectivamente, nada más abrir se nota un buen aroma a amargo y a cítrico, incluso algo dulce gracias a las dos maltas diferentes que lleva. Según va cayendo en su vaso, observamos que su color es quizás algo más oscuro de lo esperado (quizás algo más cercano a 12 que a 6...). O eso, o las escalas están hechas "de aquella manera". En cualquier caso, el color que nos encontramos es muy agradable e interesante. Espuma, la justa, que desaparece más o menos rápido quedando una finísima capa.

Miramos al trasluz y vemos que efectivamente, es una cerveza turbia (sin exagerar) fruto de la falta de filtrado. Podemos observar finísimas busbujitas subiendo en columnas constantemente. Olfateamos de nuevo, y recibimos olor a lúpulo y a cítrico. Excelente.

Ya llevamos mucho tiempo moviendo la cerveza y haciendo cualquier cosa menos probarla, así que nos lanzamos a por ella y damos un primer trago. La primera sensación es "amarga". Un amargor ligeramente más alto que algunas de las cervezas de caña de cualquier bar, pero menos que otras de ese mismo tipo. Algo intermedio, agradable. La última sensación, ácido entre una manzana, limón y naranja. Difícil de definir, pero nuevamente agradable.

En cuanto al nivel de espuma en boca, puedo decir que quizás se pase un pelín de lo que me gusta, aunque no llega a ser molesto. Es una burbuja fina y picante, que le aporta un extra a la cerveza y un frescor del que otras carecen. También hemos de fijarnos, cómo no, en la textura. No es una cerveza densa, pero sí que destaca por tener un cierto cuerpo que rara vez se encuentra en cervezas estándar de bar.

Y finalmente, hemos de hacer mención a dos cosas que nos hemos dejado por el camino:
- La malta, que a pesar de no notarse demasiado en el sabor su dulce, sí que deja una sensación constante de pegajosidad
- La sensación alcohólica. Sus 5 grados nos dicen que debería ser muy suave, pero la verdad es que se dejan notar. No tanto en el sabor ni en el olor, pero sí en el cuerpo en general. Ojo, que con esto no quiero decir que con una cerveza vayas a ir como si te hubieras bebido medio bar...

En resumen, tenemos una cerveza doble malteada, doble "lupuleada" y que es artesanal. Bastante interesante en el sentido de la cantidad de combinaciones gastronómicas potenciales que tiene y en lo equilibrado de su sabor, dado que no puede calificarse como cítrica, ni dulce, ni amarga. En conclusión, estamos ante una muy buena opción para cubrir dos campos: sustitución de la típica caña y tomar una cerveza diferente pero sin alejarse demasiado de lo tradicional.

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