Análisis previo:
Hacía, (casi) literalmente, siglos que no caía una Franziskaner en mis manos. Entre otras cosas, porque no la recordaba con demasiado cariño. No digo que sea mala, simplemente, no tenía un recuerdo de ella en plan de "oh dios mío, esta cerveza ha marcado un antes y un después en mi vida y a partir de ahora no podré vivir sin ella".
No, la verdad es que la recordaba más o menos normaluja y, por alguna razón concreta, nunca la había vuelto a coger.
Dado que hay unas cuantas variedades, decidí coger dos aleatoriamente para ver si daba la casualidad de que completaba la colección. Afortunadamente, ésta lo hace :)
El caso es que una vez probada, recuerdo por qué nunca la volví a coger. Lástima de la otra que hay en el frigorífico esperando su momento...
Lo primero que me echa para atrás es el tamaño de la cerveza. Medio litro puede ser muy bueno o realmente malo. Es muy bueno si la cerveza es muy buena... o si quieres usar los restos para hacer un caldo (como es el caso). Es muy malo si no sabes cocinar y esta cerveza te desagrada :)
La cerveza como tal seguro que la conoceis: prácticamente está en cualquier sitio en el que haya cervezas. Un monje con fondo gris y las cosas típicas de la marca. Por lo demás, nada que la haga destacar especialmente.
Esta Franziskaner Naturtrüb sigue la ley de la pureza alemana de 1516. Esto consiste en, como ya sabeis, usar única y exclusivamente agua, malta de cebada y lúpulo. Esto me resulta chocante, ya que la propia cerveza dice que uno de sus componentes es malta de trigo. Curioso...