Estrenamos sección, bajo la misma premisa que la de Restaurantes: sólo aquellos que realmente lo merezcan, por bien o por mal, aparecerán en esta sección.
Desde hace mucho, no soy precisamente una persona a la que se vea por bares. Sólo voy excepcionalmente y a sitios muy concretos. Puede ser una típica tasca donde te atiendan como si fueras la persona más importante de sus vidas, una cervecería donde tengan una variedad especial o diferente, o simplemente un bar peculiar.
Esta vez, ésta es la situación: un bar peculiar.
Me llevaron el viernes pasado y la verdad es que creo que repetiré cuando buenamente me lo permita el tiempo.
La entrada del bar no me dijo nada especial. No diremos que es un bar cualquiera, pero tampoco pasaba de un bar semimoderno. Dado que no nos apetecía quedarnos en la barra, pasamos a su "segunda sección".
Y he aquí donde empezó lo bueno. Un montón de sillones, sofás, sillas y mesas. Altos, bajos, modernos, antiguos. Iluminación íntima, muy muy íntima. Cada mesa con sus sillas define un espacio diferente. Las paredes, decoradas de una manera que a primera vista podría parecer un tanto aleatoria, pero que no crea un ambiente recargado ni "raro".
Elegimos los sofacitos individuales bajos y allí esperamos a que nos trajeran una caña. Caña generosa, servida en copa alta (no en vasito esmirriado como hacen en muchos sitios) y un aperitivito. Los sofacitos, hipercómodos, invitan a quedarse horas y horas. Lástima que tuviéramos mesa reservada en un restaurante.
Para rematar, un camarero joven de sonrisa permanente y buenas maneras que, por lo que vi (en nosotros y otros clientes), te trata de una manera cercana, sin caer en la vulgaridad.
Olvidándonos del tema decoración, buenas maneras de los camareros, tamaño y calidad de las cañas y cosas similares, hay una cosa que al final, decide que yo quiera volver a un sitio o no: la selección musical.
Mis gustos musicales son bastante variados y abarcan prácticamente todo el espectro, pero tengo dos debilidades: trance y chillout. Para los no entendidos, definiremos de una manera un poco libre "chillout" como "música de chiringuitos de playa ibicenca". ¿Y qué música nos estuvo acompañando? Bueno, no podría decirse que estrictamente chillout, pero sí algo bastante cercano. Cerrar los ojos, tomarte un traguito de tu caña y estar en Ibiza. Si le pusieran un poco de arena y sonido de mar...lo bordarían.
Ya para terminar nuestra estancia allí, se nos dejó en nuestra mesa otro pequeño aperitivo que me sorprendió muy gratamente por su simpleza y lo rico que estaba. Pasta con brócoli y un ligero toque picante de cayena.
Ya al salir, vimos en un cartel que hacen sus propios cócteles. Sin duda, creo que volveré por allí a probar alguno, porque desde luego buena pinta tenía.
¿Y dónde puedo ver más cosas de este sitio? Aquí (tiene enlaces a facebook y esas cosas modernas :P).
Y dicho esto, poco más puedo decir, salvo que fue una hora y media excesivamente agradable.
Muchísimas gracias Mapache...te esperamos pronto a la Pepa ;)
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