jueves, 14 de abril de 2011

Cervezas: Kuchlbauer Aloysius


Análisis previo:


Nueva entrega de cervezas con una nueva cerveza extranjera (muy mal tiene que estar el mercado para que me veais comentar una española, aunque algún día lo haré...). Esta concretamente, nos viene de la zona germánica de Europa. De Alemania, para que nos entendamos.

Se presenta ante nosotros con una etiqueta algo peculiar: un señor vestido tradicional alemán con un arpa chiquitita, corona de ángel y un par de alas. Feliz está, desde luego, aunque el resto de la etiqueta sea más bien, cómo calificarlo... un tanto austera y pasada de moda. Vamos, que esta misma etiqueta hace 20 años lo mismo podría haber sido vanguardista, pero lo que es ahora... es como ponerse los pantalones de deporte de tu padre y creerte moderno :)

¿Y de dónde salió? Salió de una promoción especial de una gran superficie que eventualmente hace cosas como "La semana de la gastronomía europea" y similares. Según la ví, tuve que llevármela, por si acaso :)

Como siempre, si alguien quiere curiosear un poquitito más: http://www.weissbierbrauer-kuchlbauer.de/



La cata:


Una vez echada en la jarra, nos encontramos con una cerveza tostada y oscura, densa, cuya textura es como la de la miel muy licuada. Poco gas, burbujitas las justas y un olor a cerveza potente a pesar de sus "sólo" 7'2 grados.

El medio litro de cerveza la hace idónea para compartir tranquilamente. En mi caso, la compartí y acompañé de una ensalada de canónigos, rúcula, mozzarella fresca, tallarines de pavo (como ya os enseñé en esta receta (solo que esta vez pasados por la sartén a la plancha), tomate, atún, aceite y vinagre de módena.

Ya una vez pasados al tema interesante, que es probarla, os puedo decir que a mí me dejó un extraño pero genial regustillo a horchata desde un principio. Obviamente este no es el sabor que debería de dejar, pero las papilas de cada cual son tan particulares, que quién sabe...

Y tal y como decía sobre el olor, he de decir que su sabor también es bastante fuertecito. Su capacidad de pegada es bastante grande y podría compararse a la de alguna cerveza de 10 grados tranquilamente.

¿Y qué tal bebiéndola? Pues muy bien, sobre todo el último trago. Nunca he tomado drogas, pero creo que fue algo parecido a lo que se siente cuando uno tiene un buen viaje. Lo único que hice fue degustarla tranquilamente, dejándola que llenara toda mi boca y me inundara de sensaciones. Y vaya si lo hizo. De repente, relajación total, felicidad inmensa y un rato de permanencia en las nubes bastante peculiar. No sé si esto fue casualidad o no, pero la verdad que fue bastante gracioso verse así después de tantos años cerveceando.

Sobre la composición, algo muy simple: malta de trigo, malta de cebada, lúpulo, levadura y agua. No se necesita nada más para hacer una buena cerveza que, además, parece ser que se realiza cumpliendo con la "Ley de Pureza Bávara de 1516".

En el tema burbujil, puedo comentar que aunque era más espumosa en boca que las anteriores, aún no alcanza el nivel de "mejor sólo para cocinar o tomar previamente removida". En cualquier caso, tengo la sensación de que esta cerveza sería genial para hacer una buena salsa para acompañar un cerdo o unos fideos chinos con gambas. Ahí queda la propuesta, para mí mismo también.

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